miércoles, 13 de diciembre de 2017

Sacsayhuaman, la fortaleza inexpugnable

Sacsayhuaman, la fortaleza inexpugnable

Un cambio de marcha



En los últimos años, varios integrantes de Icofort, en su versión americana, observando que nuestra atención sobre las construcciones fortificadas, daba prevalencia al interés por las de las potencias colonizadoras, (esencialmente España y Portugal) hemos virado nuestra atención hacia aquellas, elaboradas por los pueblos originarios.


Es que llegamos a la conclusión, que dejar de lado ese inconmensurable capital patrimonial “autóctono”, para ensalzar en exclusiva, la jerarquía de los fuertes de la conquista europea, es uno de tantos signos, de la permanencia de los efectos, de esa colonización.



Pero al mismo tiempo, porque el estudio comparado de ambos procesos de construcción, si bien no desarrolladas sobre cursos paralelos, demuestra en muchos casos, construcciones aborígenes con soluciones anteriores o mejores, que las acreditadas por las construcciones con “formato” europeo, para los mismos problemas.


Al foso convencional y artificial, de los castillos y fuertes europeos, aplicado también a las murallas envolventes de las ciudadelas, los aborígenes mejicanos oponen su inversa construcción de Tenochtitlán, donde el lago preexistente vio crecer en corto tiempo, una ciudad en su centro.


A los lienzos de cortina o muralla “batibles” desde dos bastiones consecutivos, en las construcciones abaluartadas del siglo XVII, los constructores de Sacsayhuamán oponen dos siglos antes, sus murallas quebradas en zigzag y triplicadas en altura, que dividiendo al enemigo en pequeños grupos, lo puede atacar desde seis posiciones diferentes.


En la misma fortaleza se observa en sus sectores bajos cercanos al río, una construcción defensiva en zigzag, que sirviendo simultáneamente para contener taludes, se compara en sus fines militares con los revellines, que tiempo después aparecerían en las citadas construcciones abaluartadas.


Este modelo de estudio, debe realizarse despojándose de prejuicios, como aquél que determina que una construcción aborigen, de carácter religioso o social (“huaca” en quechua) no puede simultáneamente tener un carácter militar (“pucará” en quechua) y viceversa, falacia desmentida por sus culturas polivalentes, por la realidad observada y/o por la amplitud de cualidades, admitidas para sus máximos protagonistas, representados en este caso por el Inca.


De todos modos, las cualidades y formas de convivencia  de las distintas culturas, tanto sudamericanas como mesoamericanas precolombinas, no son transportables de unas a otras, con lo que se nos ofrece en este estudio, un riquísimo menú de alternativas a evaluar e investigar.


Sistema defensivo de Cuzco









Hemos elegido como ejemplo de proyecto defensivo, el que involucra a la ciudad de Cuzco, con base en Sacsayhuaman, por lo expuesto anteriormente y como parte de un sistema mayor, que incluye a Tambomachay, Puca-Pucara, Cusilluchayoc, y el Qenqo.


Un proyecto de tal jerarquía, que pensado originalmente para defender a Cuzco, sirvió también para sostener su asedio, cuando la ciudad pasó a control español; y solo las traiciones, por la sucesión en el poder, permitieron su caída, que hubiera sido imposible por una acción militar exclusiva, con las armas de ese tiempo, y aún dificultosa para cañones de elevado calibre.


Un proyecto que sin embargo, incluía alternativas de escape, en caso de derrota, como de hecho sucede con la salida de Manco Inca hacia Ollantaytambo, para continuar su lucha, que luego lo llevará a Vitcos y concluirá después de su muerte con otros incas en Vilcabamba.


En todos estos casos, las construcciones, que para el análisis convencional no eran fortificaciones; funcionaron como tales, cuando grupos de incas y aliados, (según la pacana de pertenencia)  lucharon contra otras etnias, aliadas a Pizarro, mostrando, cuando menos, una arquitectura polivalente, y una gran flexibilidad en sus funciones.


Fue el propio Pizarro en sus notas, el primero en calificar a Sacsayhuamán como “Fortaleza”; y Pizarro sabía muy bien lo que era una fortaleza, porque había nacido en Trujillo (España), ciudad que poseía una importante muralla y  un Fuerte notable, que aún perduran.


Sacsayhuamán fue producto de un proyecto, que por su geometría “dividía” al asediante y lo reducía, multiplicando a su vez a los defensores, todo lo contrario a lo ocurrido en Tenochtitlán, donde en su etapa lacustre aislada, podía responder desde la superioridad numérica a cualquier ataque por embarcaciones, pero que al construir las estrechas pasarelas, dio posibilidades a un enemigo inferior en número, al limitar, debido al ancho de las mismas, los combates por posiciones, a un enfrentamiento de hombre a hombre, sin que el resto pudiera hacer otra cosa que esperar. En ese contexto las armas españolas, de mayor agresividad, eran ampliamente superiores. Las enfermedades se ocuparon del resto.







 Proyecto general de defensa de Cuzco 



Ese mismo criterio que produjo la caída de Tenochtitlán, en Méjico, de igualar grupos pequeños, contra grupos grandes, estrechando el frente de encuentro, será utilizado a la inversa, en el sistema defensivo secundario de Cuzco, con centro neurálgico en Sacsayhuaman.


Lo verificamos en el Puca-pucara que protege los accesos a Tambomachay y también a distancia  (7 km.) a Sacsayhuamán, donde el acceso en espiral de escaso ancho, y con bordes de elevada pendiente, facilita la defensa, aunque el número de atacantes sea muy superior.


Pero también es evidente en el denominado Kenko, más cercano aún (3km.) a Sacsayhuamán, siempre bordeando el camino de Cuzco a Pisac.Allí el acceso al núcleo central, se efectúa entre rocas, que conforman paredes verticales de gran altura, y a escasa distancia, dando forma a un desfiladero, con espacio para la circulación, de una sola persona por vez.





En este caso, debemos sumar el espacio externo, donde se observa un grupo de piedras dispuestas en semicírculo, conformando 12 (algunos cuentan más) huecos entre pilares, rodeando otra gran piedra central, considerado por algunos como un reloj de sol, y por otros como bases de un techado desaparecido, pero que a nuestro parecer, guardan increíble similitud con las almenas de los fuertes europeos, custodiando justamente la plataforma previa al desfiladero, si bien el terreno externo es más alto.

Era casi imposible llegar a Tambomachay, ubicado a 8 kilómetros de Cuzco, sin ser observados desde el Puca-Pucara, y las señales eran recibidas o emitidas, también usando una torre circular, levantada frente al acceso principal de Tambomachay.


Tambomachay, si bien se estaba erigiendo (hay signos de no haber sido concluída) para presunta morada del Inca, fue usada como centro de entrenamiento de los guerreros.




Tenía la ventaja de tener vertientes internas (aún sigue brotando el agua) que impedían la posibilidad de ser envenenadas en caso de asedio, como ocurriera en tantos casos, obligando en esos casos a entregar la plaza.


Por si los avisos y defensas previas eran vulnerados, su estructura aterrazada y las aberturas sobre el coronamiento, aptas para disparar flechas y otros elementos, hacían muy difícil su toma y ocupación.


Como en Sacsayhuamán, los cortes y encastres entre piedras de más de 25 toneladas, son perfectos y biselados, guardando aún el misterio de las técnicas, usadas para lograr tal perfección. 

Pero es justamente en Sacsayhuamán, donde la estrategia defensiva prevalece sobre cualquier otro criterio arquitectónico, sumando elementos para intentar erigirse en una fortaleza inexpugnable.


a) Su altura cercana a los 4000 metros, le permite dominar totalmente el ámbito ocupado por la ciudad de Cuzco.


b) Su emplazamiento en la cabeza de un cerro, con taludes casi verticales sobre Cuzco, reforzados por muros de piedra casi verticales, en tres de los puntos cardinales, y  con otro cerro, algo más bajo enfrentado (Qocha) a escasa distancia en el restante, obliga al enemigo en asedio a ingresar por una explanada intermedia, recibiendo el ataque desde ambas elevaciones.


c) Su muralla en zig zag, con piedras de hasta 57 toneladas, de encastre perfecto, con frentes dentados en tres niveles distintos,  que dividían al enemigo asediante, y lo comprimían incomodando su accionar, mientras era batido desde seis posiciones distintas (ver esquema).

d) El entramado de adarves (calzada entre niveles de muralla) de gran amplitud que permitía disponer varios defensores en cada línea de muralla, con sus escasas puertas de comunicación entre sí, que podían obturarse desplazando piedras de gran peso, aislando cada nivel.

e) Esto implicaba que aún cediendo un nivel de muralla, la defensa se sostenía en el superior y así sucesivamente.


f) La amplia capacidad de la plataforma superior en superficie total, así como en la posible construcción cubierta de los dos recintos rectangulares.


g) La existencia de fuentes interiores de agua, así como canales artificiales, que permitían disponer del vital elemento, aún en casos de asedio, sumado a la posibilidad de acumulación en depósitos, de aguas de lluvia.


h) El alcance visual y operativo, de la torre circular central, (con una altura original estimada en veinte metros) que admitía funciones de vigilancia, defensa desde la altura, reservas de alimentos y de agua, y alojamientos de última resistencia, ante la eventual caída del resto de la Fortaleza.


i)Los pliegues de piedra,  en los bordes inferiores sobre el camino a Pisac, que cumpliendo la función de tabiques de contención, se adelantaban casi dos siglos a los revellines europeos, permitiendo también como parapetos de ataque, una defensa previa a la de la propia fortaleza.


j) Otra pequeña torre circular de observación en ese mismo sector, con capacidad para otear a la distancia el camino a Pisac, o recibir señales desde el Kenko, o el Puca-Pucara.





Setenta años de trabajo, varios directores de obra, 20.000 personas involucradas, un movimiento pétreo de muchos miles de toneladas, desde sus canteras, así como su encastre y biselado, no parecen esconder los notorios fines de defensa involucrados.


(Esquema provisto por representantes de Icofort - Perú)


No solo Pizarro y su gente la llamaban “Fortaleza”, sino también Garcilaso de la Vega “El Inca” en sus escritos, aunque algunos interpreten libremente las menciones.


Si bien en tiempos de paz, estas construcciones podían funcionar para otras actividades, de carácter social o religioso; es imposible ignorar las múltiples capacidades para fines militares, tanto de defensa, como aún de ataque, que determinaron su arquitectura, como lo demostrara cuando Cuzco quedó en manos españolas.


Y estamos convencidos que de no mediar las traiciones, entre distintos integrantes de las familias dominantes, que derivaron en su caída, para las armas de su tiempo, Sacsayhuamán era una fortaleza inexpugnable.


Noviembre de 2017.


Manuel Vila (Argentina) ingmanuelvila@hotmail.com

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